jueves, 4 de junio de 2009

RECORDÁNDOTE Capítulo 22.- Comadreja, Mapache y Zorra



Rurouni Kenshin y todos sus personajes pertenecen a Nobuhiro Watsuki y Shueisha, yo sólo los he tomado prestados.

-Diálogos-

Pensamientos”

Capítulo 22.- Comadreja, Mapache y Zorra

Aquella mañana era de lo más normal para el Kenshingumi, todo parecía estar en orden, hacía un sol maravilloso y el calorcito a esa hora era muy agradable. Sin embargo aquel idílico inicio del día era muy incomodo para los dos visitantes de Kyoto, ninguno de ellos fue capaz de pegar ojo, ella por lo nervios y él por que su cerebro decidió pasar la noche entera montando y desmontando teorías sobre la respuesta de ella.

El desayuno corrió a cuenta de Kenshin y Megumi, y como era habitual la reunión matutina acabo en risas y bromas, tras ello entrenaron mientras Misao les animaba, aplaudía o abucheaba, Aoshi meditaba o lo intentaba con Kenji jugueteando a su alrededor y Megumi realizaba algunas compras y visitas a sus pacientes.

El ex-Okashira concluyó que ya estaba cansado de la situación incomoda que él mismo había provocado y sabía que lo que estaba a punto de hacer empeoraría aún más la cosa, sin embargo él ya había tomado su decisión y no tenía intención de recular, además estaba convencido de que con o sin memoria nada cambiaría. Esperó pacientemente a que Yahiko y Misao acabasen de discutir para ponerse en movimiento.

-Misao, ven conmigo- la llamó desde la puerta de la habitación esperando a que ella accediese a entrar- sólo será un momento.

Se puso en pie y entró, él cerró el shoji para después sentarse frente a ella.

-Quiero que tengas esto- dijo ofreciéndole la caja que recogió de la mansión de Takeda- no lo recuerdo bien, pero me lo dio alguien muy importante para que se lo entregase a la mujer con la que quisiera casarme.

-N-n-no puedo aceptarlo- movió las manos frenéticamente apartando la mirada completamente ruborizada- yo… no puedo.

-Sabía que dirías eso- sonrió- sin embargo, de un modo u otro te pertenece.

Levantó la vista con curiosidad haciendo que él se sintiese satisfecho, empezaba a anticipar las reacciones de Misao según las palabras que usaba, contaba con la ventaja de esa curiosidad sin límites que la caracterizaba.

-Como ya he dicho no lo recuerdo bien, pero era de tu familia.

-De todos modos… no puedo aceptarlo.

-Entonces- habló con cautela- quiero que me lo guardes hasta que me haya recuperado.

No supo que contestar, guardarlo no era lo mismo que aceptarlo ¿o sí? Si Aoshi se había propuesto volverla loca lo estaba consiguiendo.

-Por favor- susurró.

Cuando ella asintió al fin él abrió la caja sacando de su interior un collar plateado con algunas piedras incrustadas ¡Oh Kami! Aquello debía valer una autentica fortuna ¿había dicho que pertenecía a alguien de su familia? ¿Los Makimachi tenían tanto dinero? ¿Era un botín de guerra? ¿Lo habían robado? Sentía vértigo con tanta pregunta en su cabeza ¿cómo iba a guardar algo así? Ella que era la reina del despiste que perdería la cabeza si no la llevase unida al cuello… era capaz de olvidárselo dentro de una cazuela.

-No muerde- dijo con humor.

-¿Ah? ¿Cómo?

Se acercó con cuidado estirando sus brazos para abrocharle la joya alrededor del cuello, le quedaba perfecta.

Tiró levemente de la solapa de la yukata de Aoshi logrando sorprenderse a si misma, nunca se había dado cuenta de lo mucho que necesitaba el cariño del ninja hasta que se volvió tan cercano. Ella siempre había predicado a los cuatro vientos lo mucho que le amaba y sin embargo nunca había necesitado ni siquiera un leve roce para sentirse la persona más feliz y afortunada del mundo. Quizás era por que le había abierto las puertas a lo que era el amor entre adultos, o también podría ser que se hubiese vuelto una pervertida por la influencia de Okina.

El leve tirón de su yukata fue como un reclamo. La abrazó con fuerza más por que él lo deseaba que por el gesto en si, pero esta vez no iba a cometer el error de presionarla, únicamente un abrazo de lo más inocente. Ella le correspondió y dejó resbalar sus manos de los omoplatos a la cintura del ninja.

-¿Puedo abusar un poco más de tu confianza?- asintió pese a no estar de acuerdo con lo de “abusar de su confianza”- deja de tratarme de usted y llámame sólo Aoshi.

-No puedo hacer eso.

-Claro que puedes- la separó de él para mirarle fijamente- puedes y debes hacerlo, no quiero ese trato tan lejano viviendo de ti.

-Es un trato de respeto…

-Pues no quiero que me respetes.

No pudo evitar reír.

-¿Te parece divertido?- preguntó con falsa indignación.

-Perdón, es que…

-Misao, tu eres la Okashira, así que soy yo quien te debería tratar con esa formalidad, no al revés.

-Pero…- acortó levemente la distancia entre ellos- está bien… con una condición- sonrió al verle asentir- que cuando se haya recuperado me ayude con mi labor de Okashira.

-Trato hecho.

-¿Y me contará todo lo que se calla?- sonrió complacida.

-Si dejas de tratarme de usted.

-Por supuesto Aoshi-sa… Aoshi.

Sus labios se juntaron en un leve y corto contacto que ninguno de los dos supo deducir quien lo había iniciado, quizás había sido cosa de los dos, quizás había sido él llevado por sus ansias de tenerla. Aoshi apartó aquello de su mente sabiendo que no le llevaría a nada. Se incorporó tendiéndole la mano a la comadreja para ayudarla a ponerse en pie.

Ella no aceptó más ayuda que esa mano para ponerse en pie, al fin y al cabo solamente se había torcido el tobillo no estaba invalida. Antes de salir para reunirse con los demás habló.

-Mañana, seguiremos buscando a Kojima Kento-san.

-No debes forzarte, Misao.

-¡Estoy perfectamente!- sonrió con seguridad- no se… te preocupes por mi.

Que rara se sentía al tratarle de ese modo, era como si fuese otra persona la que hablase por ella, pero Aoshi parecía realmente complacido y tenía una promesa de ayudarle, así que, no tenía ningún motivo para quejarse.

Tomaron asiento en el porche donde el resto charlaba de una batalla pasada, no supo de que iba aquello hasta que pronunciaron el nombre de Yukishiro Enishi, le sonaba aunque no sabía de que. Aprovechó que sus manos quedaban en un ángulo de visión ciego para cubrir la manita de ella con la suya.

Escuchó en silencio pese a la infinidad de cosas que quería preguntar. Oyó su nombre pero al no estar atento obvió aquello hasta que Kenshin le miró sonriente y siguió hablando.

-Si no hubiese sido por Aoshi no nos hubiéramos dado cuenta.

-¿Cuenta de qué?- preguntó de manera inconsciente.

-De que el cadáver de Kaoru era en realidad una muñeca. Gracias a eso os pusisteis a buscarla.

-Es cierto- sonrió Kaoru- si no se hubiese dado cuenta quizás seguiría en manos de Yukishiro-san.

Inclinó ligeramente la cabeza, no lo recordaba, era inútil, pero al menos sabía que había sido de ayuda para sus amigos después de los malos momentos que les dio con Takeda y Shishio.

Megumi volvió de su ronda de visitas por el pueblo, siempre que regresaba a Tokyo ayudaba al doctor Oguni. Miró fugazmente a Sanosuke y resopló adoptando una actitud de lo más altiva que no pasó desapercibida para ninguno de ellos.

-Chicas, venid aquí- llamó la kitsune- Ken, tráenos té.

-¿Qué pasa?- se preocupó Kaoru.

-No preguntes y ven.

Las dos muchachas se miraron cargadas de curiosidad para después obedecer. La kitsune se dio cuenta del leve roce de las manos de los dos ninjas iniciado por Aoshi y sintió la imperiosa necesidad de zarandearla hasta que confesara que era lo que estaba ocurriendo entre ellos.

Las tres se encerraron y esperaron pacientemente hasta que Sanosuke y Yahiko pegaran la oreja al shoji, entonces abrieron y los echaron de un modo nada pacifico con la certeza de que no volverían a intentarlo en, al menos, dos horas.

-¿Somos amigas, verdad?- dijo con la mirada distante.

-¡Claro que sí!- exclamó la comadreja.

-Sí- contestó también Kaoru.

-Sabéis que yo nunca os he pedido nada, ni os he implicado en mi vida, ni os he contado mis problemas, ni…

-¡Que sí, pesada!

-Pues esta vez necesito que me escuchéis.

Las dos amigas asintieron dándole pie a hablar, sonrió satisfecha para volver a hablar.

-Ni se os ocurra interrumpirme ¿me oís?- las dos asintieron más atentas que nunca- el otro día Sanosuke, bueno nos vimos en secreto…

-Eso ya lo sabemos- rió la comadreja.

-¡He dicho sin interrupciones!- carraspeó- lo que no sabéis es lo que pasó. Mirad, la cuestión es que no sé cuando empecé a fijarme en él- suspiró- pero lo que sí sé, es que en el momento de nuestra despedida fue cuando me di cuenta de que le amaba.

-Que bonito- susurró la tanuki.

-Nada de eso, no es bonito- negó con la cabeza- lo sería si Sano no fuese tan idiota…

-Pero Megumi…- replicó la ninja- si no fueseis tan orgullosos os iría mejor.

-Eso da igual…

Las mujeres enmudecieron al oír la llamada de Kenshin en el shoji, la doctora abrió tomando la tetera de las manos del pelirrojo y cerrando de inmediato. Se sentó nuevamente frente a sus amigas con una mirada triste.

-Todo fue muy bien, incluso me sorprendí de que no surgiese su lado estúpido, pero…- suspiró- quiere que me vaya con él a China, Mongolia o donde rayos sea.

-Pero eso es bueno ¿no?- preguntó Kaoru.

-No puedo irme.

-Megumi-chan- la comadreja le cogió las manos con fuerza- ¿tu le amas?- ella asintió- ¿y él a ti?- volvió a asentir- pues entonces sólo tenéis que llegar a un acuerdo. Tiene que irse por la orden de busca y captura ¿verdad?

-Sí, así es.

-Tal vez eso se pueda arreglar- sonrió viendo la incerteza en la cara de sus amigas- seguro que Saito puede hacer algo, con Aoshi-sama lo hizo.

-Dudo que ese tipo quiera colaborar…

-¡Nah! Créeme. Se hace el tipo duro e inaccesible pero en realidad es buena persona… retorcido, insufrible, manipulador, mandón y más cosas… pero buena persona- puso cara de inocencia total- es demasiado orgulloso… - encogió los hombros- para reconocer que nos aprecia.

-No te creo- corearon Kaoru y Megumi.

-¡Qué os digo que sí!

-Si eso que dices es verdad… yo quiero estar con Sano. Al menos…

Dejó la frase a medias, quizás sólo lograse ser su amante, quizás Sanosuke no se atrevería a pedirle matrimonio o a formalizar la relación. Eso era algo que no le importaba, se contentaba con tenerle a su lado y obtener una larga sesión de mimos y caricias siempre que le apeteciera.

-Tu turno, comadreja ¿qué nos ocultas?

-¿Por qué crees que oculto algo?

-Muy bien, lo que digas, sólo dime una cosa…- señaló su pecho- ¿qué es eso de ahí?

Abrió los ojos como platos y se llevó las manos a donde residía el collar encogiéndose ligeramente, vio la sonrisa satisfecha y altiva de la kitsune y supo que le había tendido una trampa y ella había caído de pleno, era imposible que viese el collar por que estaba oculto bajo la solapa de su gi.

-Confiesa de una vez.

-Está bien- suspiró derrotada- ayer tuvimos un accidente, eso ya lo sabéis… es que… bueno- suspiró nuevamente golpeteando el suelo con sus dedos- no sé como tomarlo ni como explicarlo…

-Vamos a ver- volvió a hablar Megumi sirviendo el té que les había llevado Kenshin- ¿dónde te ha acosado esta vez?

-Que falta de delicadeza, Meg…

-No me ha acosado, es que…

-¿Qué te ha tocado?- volvió a cortar la kitsune.

-¡Aaaaaaaaaah! ¡Basta! Habíamos dicho sin interrupciones- hizo un puchero- no me ha tocado nada más que el tobillo, pervertida.

-Entonces dilo ya, que manía de dar vueltas…

-Me ha pedido que me…- tomó aire mientras sus amigas hacían teorías a toda prisa, Megumi pensó que sería sexo, Kaoru pensó en comida- … case con él.

La doctora rió ruidosamente como si le hubiesen contado la cosa más graciosa del mundo.

-Venga, ahora enserio.

-¡Que lo digo enserio, jolines!

-Pero eso es ¡Genial!- gritó Kaoru- le…

-¿Qué le has contestado?- cortó la más mayor- espero que hayas sido inteligente.

-Le he dicho que me pregunte cuando se haya recuperado.

Se dio una palmada en la frente exasperada por la actitud prudente de la ninja y Kaoru bebió té con una gran gota recorriendo su frente.

-No, no has sido inteligente, nada inteligente… no…- suspiró- eres más tonta que Sanosuke.

-¿Y qué se supone que debería haber dicho?- preguntó cruzándose de brazos.

-Obviamente que sí o ¿es que ya no te interesa? ¡Sal ahí fuera y dile que sí!

-¡No puedo hacer eso!

-Da igual, la estupidez no tiene cura.

-No es estupidez- contestó ofendida- sé sincera Megumi ¿tú soportarías saber que el hombre que amas se ha casado contigo por qué en un momento de debilidad te lo pidió y ya no puede echarse atrás? Por que yo no podría vivir sabiendo que Aoshi… sama está conmigo por que he sido tan idiota de aprovecharme de algo así.

-Mira, eso es problema suyo, si es tan patético como para no poder enfrentarse a si mismo y rectificar en caso de que no esté enamorado de ti- la miró acusadora- tu problema, Misao, es que no estás siendo tu misma. No sé a que juegas, pero déjate llevar y sobre todo, quita esa tonta sonrisa.

-¡Megumi!- Kaoru trató de hacerla callar.

-¿Qué? ¿soy la única que tiene ojos en la cara?- sujetó con fuerza la muñeca de la comadreja- no estás contenta, ni animada, ni feliz, deja de hacerte la fuerte, llora, berrea, patalea o lo que sea que necesites hacer, pero no te conviertas en una copia sonriente de Shinomori.

La kunoichi cogió la taza de té con rabia, hasta que sintió los brazos de la doctora rodearla y se abandonó al pesar que sentía.

-Vamos, desahógate. Toda esa tensión no es buena, si no quieres llorar frente a él hazlo con nosotras.

No pudo evitar sollozar entre los brazos de la kitsune, ella tenía razón, tanta tensión y preocupación le estaban pasando factura y a veces tenía la sensación de estar a punto de quebrarse en mil pedazos. Kaoru se unió al protector abrazo, debía admitir que había sabido como llegar al corazón de la comadreja y darle lo que necesitaba.

-Si el cubo de hielo es tonto de remate no es tu culpa- rió Takani- siempre puedes buscarte a otro más guapo y más joven.

-¡Aaaaaaaaaaah bruja! ¡No hay nadie más guapo en todo el mundo que Aoshi-sama! No lo cambiaría por ningún otro hombre.

Las dos rieron mientras la comadreja refunfuñaba con rabia.

-Esa sí es la Misao de siempre jajaja.

-¡Mi turno!- exclamó Kaoru.

-Como si tú tuvieses motivos de queja- la kitsune rodó los ojos exasperada.

-¡Claro que tengo quejas!

-¿Ah sí? Limpia, cocina, hace la compra… ¿Cuál es tu queja? ­­­­

-Lo que pasa es que te mueres de la envidia, Megumi- contestó con superioridad Kaoru- por que soy yo la que se ha casado con Ken.

-Uy sí, mira como rabio- sonrió con sarcasmo.

-Kaoru-chan, dinos… ¿qué te pasa?

-Últimamente Kenshin está muy extraño.

-Estará cansado- apuntó la doctora.

Pero aquello no convenció a Kaoru, que continuó insistiendo sobre lo extraño que estaba su marido. Estaba empeñada en que la esquivaba y empezaba a pensar que tenía una amante más joven y guapa que ella.

Las dos amigas suspiraron algo agobiadas y sobre todo sintiéndose muy culpables. Ellas sabían que le pasaba a Kenshin pero no podían explicárselo o le estropearían la sorpresa a su buen amigo. Sólo podían decirle que estaba completa y absolutamente paranoica.

Mientras tanto en el porche de la entrada los chicos tomaban té y pastas.

-¿Sigues peleado con Takani-san?- preguntó de improviso Aoshi.

-No es asunto tuyo.

-En mi opinión- saboreó su té- lo único que importa es lo que sintáis el uno por el otro.

-¡Qué sabrás tú!

-Tienes razón, no os conozco, o no os recuerdo- cerró los ojos- pero no hay nada más importante en el mundo que las personas a las que quieres.

-¿Y eso me lo dices tu? No eres el más indicado para eso.

-Sano-kun, por favor- intervino el pelirrojo.

-No voy a reprochártelo, no sé que tipo de hombre era, pero sí sé el tipo de hombre que soy ahora- dijo con su habitual calma-. Si conoces los sentimientos de Takani por ti puedes correr el riesgo sin temor a perder.

-La kitsune no es como la comadreja, es capaz de vengarse.

-Misao no tiene nada que ver en esto.

-¡Me pones de los nervios!- golpeó el suelo con fuerza- tu no sabes que es que te rechacen.

-Sí que lo sé. Es doloroso, pero puede ocurrir.

El sentimiento de incertidumbre de Yahiko, Sano y Ken era evidente y sobre todo… lo lamentaban por la comadreja, si se enteraba de que Aoshi había intentado algo con alguna mujer se pondrían de los nervios.

-¿Quién?- preguntó Yahiko.

-Eso… ¿quién?- apoyó Sanosuke- pregúntale tú también Kenshin.

-¿Oro?

Se estaban metiendo demasiado en la vida privada del ninja y sabía que eso no le debía gustar mucho, era muy reservado y seguro que no les contestaría.

-Misao.

¿Habían oído bien? ¿Les había contestado? Y… ¿había dicho Misao?

-¿Misao-dono?

-Aa.

-¿Cu…? ¿Cuándo?

-¿Eso importa?- los vio asentir muertos de la curiosidad. Suspiró-. Ayer.

-¡KAMI! ¡EL MUNDO SE VA A ACABAR!- gritaron al unísono Sano y Yahiko.

-Calmaos- intervino el pelirrojo- ¿no la habrás malinterpretado?

-¿¡Qué le dijiste!?- preguntó el cabeza pollo.

-¿O qué le hiciste?- añadió el más joven.

-Lo siento, me duele la cabeza.

Se levantó para ir a su habitación. No era una excusa, le dolía de verdad, no quería acabar tirado de cualquier manera en el suelo como las otras veces, se acostaría o meditaría, pero estaría encerrado en la habitación.

El futón se le antojó extremadamente tentador, así que simplemente se tumbó y cerró los ojos.

FLASHBACK

La caravana de Oniwabanshu avanzaba por el extrarradio de Edo, la reunión con el clan Iada les había obligado a realizar el largo viaje. En la cabeza y la cola de la expedición iban algunos de los mejores guerreros del clan velando por la seguridad del Okashira, las mujeres y la pequeña nieta del anterior Okashira.

Misao correteaba feliz entre los hombres del Oni, era la primera vez que visitaba Edo y estaba emocionada, viéndola tan animada, Aoshi, se preguntaba donde estaba la tristeza sin fin que debía sentir al haber perdido a su abuelo, la única familia que le quedaba. El temor a que la niña se hundiera fue lo que le hizo llevarla de viaje, temía dejarla sola.

-¡Aoshi-sama!- gritó la pequeña deteniéndose a un lado del camino- ¡Mire cuantas flores!

Beshimi se acercó hasta ella para no dejarla desprotegida cuando Aoshi realizó un movimiento algo brusco lanzando un shuriken a un enemigo oculto en un árbol a sus espaldas, el grupo al completo giró a ver al hombre caer muerto al suelo, inmediatamente miraron el rostro impasible de su Okashira y después a la pequeña que no se había dado cuenta de nada.

-Misao. No te entretengas.

-¡Síiiiiiiiiiii!- contestó corriendo a su lado nuevamente- ¿Cuándo lleguemos podré comer dulces?

-Si te portas bien.

-¡Me portaré muy bien!

Tomó la pequeña manita de su protegida que sonreía de lo más ilusionada con la promesa de poder comer dulces. Escuchó claramente los susurros a sus espaldas, pero no iba a molestarse en decir nada, los chismorreos le resultaban indiferentes.

-Da muy mala imagen que el Okashira mantenga una relación tan estrecha con esa niña- murmuró el más joven de los Onis.

-No es una niña cualquiera- interrumpió Okina- es la protegida del Okashira.

-Si al menos fuese su prometida…- añadió el joven- nos da mala imagen estar todo el día cargando con una mocosa.

-Da mala imagen, da mala imagen- intervino Hyottoko que había esperado a tenerlos a su altura- si tanto te preocupa la imagen no deberías ser ninja.

-Pero no es lo mismo, esa cría nos retrasa y nos convierte en un blanco fácil ¿qué hay de la seguridad?

-La seguridad de Misao es responsabilidad de los que hemos sido designados a esa labor- aclaró Okina- tu preocúpate de hacer lo que te han ordenado.

La conversación fue interrumpida cuando un shinai se estrelló contra la cabeza del muchacho, siguieron con la mirada la longitud del arma de bambú hasta llegar a la culpable de aquello, Misao miraba con reproche al muchacho, ella era una Oni y su oído estaba bien desarrollado por eso les había escuchado sin problemas.

-¿Dónde vas con eso?- rió Hyottoko- si es más grande el shinai que tu.

-¡Yo soy fuerte! Y puedo cuidarme sola- le sacó la lengua al muchacho girando sobre sus talones muy dignamente.

-Vamos- la llamó el Okashira.

La niñita lanzó el shinai para correr junto a él con energías renovadas tras demostrar que podía enfrentarse a un shinobi, aunque este tuviese la guardia baja. Aoshi batalló interiormente contra sus ganas de reír como un loco, el orgullo de aquel shinobi principiante iba a doler durante mucho tiempo.

*********************************************************************************

Un grupito de Onis de nivel más avanzado tenían rodeado a Aoshi, los ignoró por completo cerrando los ojos para meditar, sabía que su nivel era superior al de ellos, en varios sentidos. Los muchachos le increpaban con todo tipo de insultos y alusiones a su familia, no mostró ningún tipo de molestia, ni cuando le llamaron monstruo ni cuando le dijeron que su madre era una puta que había pasado por encima del mismísimo Okashira para meterle en el Oniwabanshu.

Escuchó un boken chocar contra la cabeza de uno de los muchachos y la curiosidad le hizo abrir un ojo. Se sorprendió al ver a Ayame con cara de pocos amigos encarando a los jóvenes.

-¿No tenéis nada mejor que hacer?

-Makimachi-dono… ha empezado él.

-¿Ah si?- preguntó sarcásticamente- Shinomori-kun- sonrió con ternura al chiquillo- acompáñame, el Okashira quiere hablar contigo.

Se levantó y la siguió.

-¿Ya no me llamas Aoshi-chan?

-Jajajaja no te dejaría en muy buen lugar si te llamase así frente a esos idiotas.

-Ayame, deberías estar descansando.

La mujer se arrodilló apresándole en un abrazo.

-¡Qué monoooooooooo! Aoshi-chan se preocupa por miiiii.

Pensó en forcejear para que le soltase pero se decidió por corresponderle.

-¿Cómo está Misao?

-Está bien, ya no tiene fiebre.

-Entonces volvéis a marcharos…- susurró con un deje de tristeza.

-Mañana- besó la mejilla de su amigo- ¿quieres venirte con nosotros? Sabes que puedes venir.

-Tengo trabajo…

**********************************************************************************************

Su mente estaba envuelta en la más absoluta desesperación. La culpa y el odio le devoraban sin piedad. La muerte de sus hombres se repetía una y otra vez en su cabeza y el desprecio hacia Battosai aumentaba, él era el culpable de sus muertes. Él había usurpado el honor del Oniwabanshu con su estúpida sonrisa y sus estúpidas y vanas palabras.

Sentado en el suelo frente a los cuatro monolitos de piedra bajo los cuales descansaban las cabezas de los seguramente eran sus únicos amigos. La soledad allí era máxima, únicamente las bestias se adentraban por aquella parte del bosque.

El Oniwabanshu estaba acabado.

Sí. Así era. No quedaba nadie capaz de continuar con su labor. Los miembros de los diversos asentamientos no eran más que inútiles incapaces de realizar correctamente su trabajo, además la mayoría de ellos habían abandonado para lograr lo que ellos llamaban una vida. Los ninjas eran habitantes de las sombras, ellos no podían tener eso.

¿Una esposa? ¿Una familia? ¿Una pandilla de niños? ¿Amigos? ¿Conocidos? ¿Un estúpido negocio contraproducente?

No. Los que tenían como fin aquello no eran más que unos malditos fracasados. Por eso él nunca abandonaría su vida de shinobi. No necesitaba amigos, una esposa estúpida, mocosos incordiándole constantemente, todas esas cosas no eran más que un enorme estorbo. Si quería sexo no tenía más que buscarse a una prostituta de cualquier distrito del placer, al fin y al cabo para eso existían.

Y ella… Ella no era nada más que otro maldito estorbo en mitad de su camino.

Ignoró la fuerte punzada de dolor en su pecho ante ese pensamiento.

******************************************************************************************

El hombre de cabello rojizo y ojos negros les miraba con desprecio, se puso en pie riendo estruendosamente, le lanzó un wakizashi a Aoshi que lo miró indiferente.

La pequeña Misao dormía placidamente en un rincón de aquella gran sala, agotada del largo viaje, rodeada de aquella aura inocente y pura que siempre desprendía. El pelirrojo se acercó a ella tomando uno de sus pequeños bracitos.

-Mátala, Shinomori- sus crueles ojos negros fijos en el cuerpo de la pequeña- mátala y te daré lo que deseas.

-No- respondió tajante.

-En ese caso le cortaré el brazo y haré sopa con él.

No supo como pero todo su cuerpo se movió instantáneamente y detuvo con el wakizashi la trayectoria de la katana del pelirrojo. El sonido del metal la despertó, sus puros ojos verdes miraron asustados las dos armas frente a ella, con su mano libre sujetó el bajo del pantalón de su tutor mientras batallaba por liberarse del agarre del hombre.

-Sigue durmiendo Misao, no pasa nada.

-Dime, niña ¿tu quieres a este monstruo?

-Aoshi-sama no es un monstruo…- susurró dolida por el adjetivo- yo le quiero mucho…

El hombre sonrió esta vez cargado de cariño, bajó el arma y revolvió el pelo de la niñita que no comprendía nada, aunque no era la única que no entendía de que iba aquello.

-Mi nombre, pequeña damisela, es Kojima Kento. Tu papá era mi sobrino, es decir que soy tu… tío abuelo o algo así. Tu abuela era mi hermana.

-Ah… pues que bien- se sujetó con las dos manitas al pantalón del Okashira-. Aoshi-sama no es un monstruo- el hombre rió ruidosamente.

-Eso ya lo has dicho.

Como movido por un resorte la tomó en brazos alejándola de las manos de el dueño de la casa, no tenía claro si podía fiarse de él o no, lo de matarla y cortarle el brazo parecía decirlo en serio ¿eran familia de verdad? Le daba igual no iba confiar en él.

FIN DEL FLASHBACK

Abrió los ojos con pesadez, de nuevo a su lado estaba Misao. Debía haberla preocupado, tenía que compensarla por permanecer a su lado a pesar de ser tan idiota.

Continuará

Escrito el 26 de mayo de 2009

No hay comentarios:

Publicar un comentario