martes, 12 de mayo de 2009

RECORDÁNDOTE Capítulo 09.- Okashira I



Rurouni Kenshin y todos sus personajes pertenecen a Nobuhiro Watsuki y Shueisha.

-Diálogos-

Pensamientos”

Capítulo 9.- Okashira I

Al amanecer Okina salió a buscar a su nieta, había ido a su cuarto y era evidente que no había pasado allí la noche, y de Aoshi tampoco había ni rastro, el lugar donde encontrarlos era evidente, sólo podían estar en el templo. Era el lugar preferido del ex-Okashira para huir de lo que le preocupaba, sabiendo eso era evidente que Misao estaría allí con él.

Mientras el anciano recorría el camino que llevaba al templo Aoshi despertaba, embriagado por el delicioso aroma de su delicada almohada, que en sueños le abrazaba con fuerza, que maravillosa sensación para el cubo de hielo. Lástima que el abuelo de la muchacha entrara de repente, su instinto le hizo hacerse el dormido, nadie es responsable de sus actos mientras duerme y él no quería morir aún. Okina alzó una ceja impresionado por lo mal que se hacía el dormido… posiblemente una persona normal se lo creería pero no un ninja experimentado como él, en fin no se le podía dar bien todo ¿no? Resignado puso una mano sobre el hombro de su nieta despertándola.

-Buenos días angelito.

-Mmmm… buenos días Jiya- la comadreja intentó incorporarse pero los fuertes brazos de Aoshi abrazando su cintura se lo impidieron haciendo que se sonrojara- esto… Jiya…

-Si, si, no hace falta que me digas nada, os espero para desayunar- volvió sobre sus pasos para detenerse en la puerta de espaldas a ellos- a los dos ¿me has oído?

La comadreja le miró confundida mientras se alejaba de allí ¿a caso su abuelo empezaba a chochear? En cambio el ninja supo que sus palabras estaban dirigidas a él y se maldijo interiormente por ser descubierto. Ya era hora de “despertarse” pero los dedos de la chica acariciando su pelo le hicieron replantearse la situación.

-Aoshi-sama… despierte, ya es de día- se sonrojo al notar al ninja moverse, su cabeza continuaba en su pecho- el desayuno estará pronto.

-Buenos días, Misao- besó la frente de la comadreja para después levantarse- tus amigos…

-No se preocupe, les diré que tuvo una misión y que lo de la estación fue por que estaba nervioso y…

-No quiero que mientas por mí, soy el único responsable de mis actos.

El cubo de hielo se puso en camino deteniéndose en la puerta para que la chica le siguiera, pero ella permaneció inmóvil observándole.

-Aoshi-sama…- llamó la atención del hombre- ¿se siente mejor? Quiero decir…. Que si está más animado…

-Estoy bien- extendió la mano hacia ella- vamos a casa.

Misao le sonrió para después cogerle de la mano, era la primera vez desde que era una niña que le daba la mano para caminar, se sentía genial, era como volver a su infancia en cierto modo, no podía negar que estaba encantada con la actitud cercana de Aoshi, pero era tan desconcertante que no podía evitar desear en parte que volviera a ser el de siempre. Cualquiera que los hubiese visto pensaría que se trataba de una parejita de novios dando un romántico paseo matutino.

Okina les esperaba en la puerta del restaurante, mandó a Misao a darse un baño antes de desayunar para hablar con Aoshi a solas.

-Una delicia ¿verdad?- el ex-Okashira alzó una ceja- habló de lo torpe que eres para simular dormir en el pecho de mi niñita. No voy a reprochártelo, pero cuidado con tus actos muchacho, no todo está consentido por muy Aoshi que seas.

-No he hecho nada y no tengo que justificarme.

-Estás muy equivocado. Hasta que recuperes la memoria soy el responsable de ella.

Aoshi entró en el restaurante ignorando al anciano, no había hecho nada reprochable, al menos no esa noche. Nada más entrar se topó con la mirada azul de la joven madre de la estación, le miraba con cierta desconfianza era normal después de aquella escena.

-Buenos días Aoshi-san.

-Disculpa, no recuerdo tu nombre.

-Kamiya Kaoru…

-“La amiga de Misao…”- hizo una inclinación de cabeza- Kamiya-san, te pido disculpas por lo ocurrido ayer.

-No es necesario, Misao-chan ya se ha disculpado.

-…- el ninja alzó una ceja- igualmente, me disculpo.

-Euh… gracias.

Observó al ex-Okashira desaparecer por la puerta de servicio que llevaba a las habitaciones, realmente no comprendía a ese hombre. El Oni subió a su habitación perdiéndose en su interior, sobre su escritorio había una nota, se dispuso a leerla.

Mientras tanto en la comisaría el cabeza de escoba estaba rodeado de un sin fin de informes encargados por su fejazo, informes que no tenía ni la más mínima intención de revisar… La puerta se abrió haciendo que la corriente de aire mandara a volar los papeles.

-Tendrás que repetirlos, no pienso leer esa porquería del suelo.

El pobre ex-Juppon Gatana quería morirse en ese preciso instante, había tardado cuatro larguísimos meses en escribirlos, su jefazo no tenía ni un ápice de piedad en su corazón, que hombre más cruel… el rubio se hizo un ovillo en un rinconcito del despacho.

-No seas tan dramático, era broma- rió el lobo- ¿no ha llegado Battosai?

-¿Tenía que venir?- sus ojos estaban llenos de lagrimas por la crueldad de su jefe- aquí solamente estoy yo.

-Que molesto- bufó- ese estúpido de Shinomori se ha olvidado de darle mi mensaje- encendió un cigarrillo- Cho, recoge toda esta basura antes de que vuelva o te devolveré al calabozo del que te saqué.

Dicho esto el lobo se encaminó al Aoiya pensando en una buena forma de vengarse del cubo de hielo por olvidar su encargo ¿El mejor castigo para el ninja? Quedarse sin su novia unos días… eso sería genial, pero debía ser más cruel, nadie se olvida de sus recados y sale impune de ello ¡Ya está! Se la llevaría a una misión para hacerla pasar por su joven y recién estrenada esposa. Sonrió satisfecho con su plan, el cubo de hielo iba a echar chispas cuando se enterara de que pensaba dormir con ella o eso le diría, ya vería después que hacía.

Entró con una sonrisa triunfal al Aoiya topándose con Okina, este le miró intrigado por su expresión.

-¿Qué se le ofrece Saito-san? Imagino que no viene a desayunar.

-Vengo a ver a Battosai ¿dónde está?

-Hace un rato estaba en el patio, imagino que seguirá allí.

-Gracias.

Saito tomó el corredor que llevaba al patio interior, le vio sentado en el porche de las habitaciones de invitados, sonrió sarcásticamente al verlo girarse a mirarle cuando estuvo cerca.

-Ya veo que al cubo de hielo se le ha olvidado avisarte, le dije que vinieras a comisaría- se encendió un cigarrillo- tampoco me sorprende, sólo tiene una cosa en la cabeza.

-¿De qué hablas, Saito?

-Eres muy molesto- le echó el humo a la cara- ¿no tienes ojos en la cara? A Shinomori lo único que le importa es la comadreja… mira, hablando de la piel del diablo.

Kenshin se giró para ver al imponente ex-Okashira bajar las escaleras del corredor de los Oni para caminar hasta ellos.

-Cualquiera se fía de ti, Shinomori, se supone que tenías que avisarle.

-Se me olvidó.

-Sobre nuestro asunto, necesito que convoquéis una reunión con los Yamada- Aoshi le miró interrogante- no tienes ni idea de quienes son ¿me equivoco?- no contestó- díselo a la chiquilla, ella sabrá que hacer.

-Saito ¿Qué es lo que ocurre?

-Pregúntale a él. Se acabó el descanso, te espero mañana a primera hora en mi despacho y tú avísame con la hora de la reunión.

Ambos hombres observaron al lobo alejarse, cuando se hubo ido Aoshi se sentó al lado de Kenshin.

-Siento lo que ocurrió en la estación.

-Está bien, comprendo la tensión que debes sentir.

-No volverá a repetirse.

-Lo sé, Misao-dono me lo ha dicho- esas palabras llamaron la atención del ninja, con él también se había disculpado- ella te conoce bien, así que confío en sus palabras.

El Oni sonrió levemente gesto que no pasó desapercibido para el ex-rurouni que sonrió ampliamente al comprender a lo que se refería Saito.

-Dime Aoshi ¿qué se trae entre manos Saito?

-Le pedí que investigara a alguien.

-Vosotros sois buenos espías ¿por qué no se lo pides a Okina-san o a Misao-dono?

-No puedo implicarles, no puedo hacer que investiguen a uno de los nuestros.

-¿Uno… de los vuestros?- la mirada azul de Aoshi se clavó en la suya- ¿te refieres a la chica nueva?- asintió- Misao-dono me comentó que es la hermana mayor de Omasu-dono.

-Así es, tengo mis motivos para dudar de ciertas cosas.

La comadreja corría por el pasillo frenó en seco al ver a los dos hombres sentados en el porche, les sonrió alegremente, ese gesto tan típico en ella y a la vez tan extraordinario.

-Himura justo te estaba buscando, vamos a ir al mercado, seguro que quieres venir, pasaremos por el Shirobeko a buscar a Tae, Sae y Tsubame.

-¿Tu que vas a hacer, Aoshi?

La kunoichi miró al ninja esperando a su respuesta.

-Iré. Misao, Saito quiere que organices una reunión con los Yamada.

-¿No le ha dicho para qué?- el ninja negó- maldito lobo pulgoso… enviaré el aviso.

La muchacha se marchó al despacho de Okina para hacer los preparativos para la próxima reunión, que le apetecía muy poco.

Ambos hombres observaron a la ninja, para después volver al tema que les ocupaba.

-Aoshi ¿ha hecho algo que te haya hecho dudar?

-Es una sensación, su modo de comportarse con Misao.

-¿Un presentimiento?

-Algo así.

Varias palomas pasaron volando sobre ellos, el aviso de Misao sin duda, una de ellas se detuvo en el hombro del ex-Okashira picoteándole la yukata. La comadreja suspiró cogiendo al animal con delicadeza.

-He dicho Shimoda no Shinomori pájaro tonto- picoteó graciosamente la mano de la chica que entrecerró los ojos con fastidio- ¿se puede saber que rayos te ha enseñado el pervertido de Jiya?- pió como contestándole provocando que se echara a reír- Venga vete ya o haré sopa contigo…

El pájaro echó a volar dirigiéndose esta vez si a su objetivo. La chica les sonrió y se marchó hacia el restaurante, sentía que le estaban echando con la mirada.

Varias horas después las palomas regresaron con un mensaje de vuelta, Omasu entregó el mensaje a Misao que a su vez mandó a Shiro a informar al lobo de la hora. Saito llegó al Aoiya con Cho y con Shiro. Arrastró literalmente a la ninja hasta un rincón alejado de la pensión ante la perplejidad de los allí presentes.

-Bien niña, tiempo de escuchar atentamente mis sabias palabras- la chica refunfuñó- he estado investigando a uno de los Yamada, un tal Yashiro Tsuburaya, huele mal, más bien apesta, esperaremos a ver que paso da, no parece muy listo, puede que tu cuello peligre pero que más da.

-¿¡QUÉ QUE MÁS DA!? ¿MI VIDA PUEDE ESTAR EN PELIGRO Y A TI TE IMPORTA UNA MIERDA?

-Relájate chiquilla, me duele la cabeza. Todos tus soldaditos estarán allí, incluido Shinomori, además quiero que el Kenshin gumi, a excepción de la tanuki, la kitsune y el mini Battosai estén presentes, si están informados pueden sernos de utilidad.

-Que fastidio, no quiero involucrarles.

-No les involucras, sólo les informas por si ocurre algo así es más rápido- acercó su rostro al de la ninja- y en cuanto a ti… más vale que me muestres lo que has aprendido y no me decepciones.

-Vete al infierno lobo de Mibu.

-Lárgate a cambiarte, tus invitados estarán a punto de llegar, yo me encargo de llevarlos a la sala de reuniones.

La comadreja se marchó rabiando, ese hombre le desquiciaba y para colmo ahora tenía que enfundarse en un incomodísimo furisode, odiaba los kimono, odiaba llevar un obi apretado, odiaba las estúpidas okobo… odiaba toda esa parafernalia.

Por su parte el ex-shinshen se encargó de dar el aviso a los Oni y al Kenshin gumi que lo prepararon todo rápidamente, la curiosidad del Kenshin gumi sobre como sería una reunión del Oniwabanshu con otro clan y sobre todo como se comportaría la cabra loca de su amiga frente a una situación así, la chica tenía agallas como había demostrado muchas veces, pero de ahí a saber lidiar con ninjas experimentados y sin poder contar con el apoyo de Aoshi… eso ya era más complejo.

Cuando llegaron los seis representantes de los Yamada Okon los guió hasta la sala de reuniones, seguida de cerca por el ex-Okashira que no tenía muy claro que hacer en esa reunión. Entraron en la sala donde ya todos estaban sentados, Aoshi observó los cojines vacíos sin saber donde debía sentarse, Okina le indicó disimuladamente que se sentara a la derecha del cojín de seda roja, a su izquierda quedó el cojín vacío y el anciano al otro lado, a sus espaldas al fondo estaban el Kenshin gumi, Saito y Cho, inmediatamente detrás de él Shiro, Omasu, Okon, Rin y Kuro, frente a ellos había seis hombres con sus vistas clavadas en él. El shoji se deslizo, la Okashira entró calmadamente en la sala, lucía un furisode de seda negra en él dos dragones, uno blanco y el otro rojo, entrelazándose en una danza mística e hipnótica, el obi blanco adornado con una lluvia de pétalos de cerezo y el obi hime rojo carmesí, su cabello largo cayendo libre por su espalda. Aoshi se quedó completamente fascinado por esa nueva imagen tan diferente a la que le había mostrado hasta el momento. Se sentó en el cojín rojo haciendo una leve reverencia a los Yamada que correspondieron al gesto con una profunda reverencia.

-La presencia del inspector Fujita-san y las personas ajenas al clan es necesaria, gozan de mi total confianza, así que les ruego confíen en ellos. Empecemos. Como sabrán hace algo más de una semana el Aoiya fue atacado por una avanzadilla del clan Araki. Conseguimos cierta información relevante al respecto de sus intenciones para con nuestro clan…

-Disculpe Okashira- la chica miró al joven que la había interrumpido indicándole que continuara- ¿Qué tiene eso que ver con nosotros?

-Todo a su debido momento- volvió a clavar su vista al frente- como iba a diciendo… vinieron buscando a Shinomori-san, pero durante el interrogatorio llevado a cabo por Kashiwagi-san (Okina) y el inspector Fujita-san (Saito), descubrimos que su autentica misión era dar con uno de los pergaminos de técnicas secretas Oniwabanshu. Si tenemos en cuenta que el clan Yamada forma parte de una las ramas del Oni, esto se convierte en un problema con un alcance mayor del previsto, probablemente planean eliminar a los cuatro clanes que lo conformamos.

-¿Cuatro? Creía que eran tres, los Makimachi, los Shinomori y nosotros, los Yamada- Shimoda estaba confundido con la revelación de la joven Okashira.

-Así es, el clan Yamada se unió cien años después de la creación del Oni por lo que sólo los Shinomori y los Makimachi conocemos la existencia de un cuarto clan, pero esa información no es relevante por el momento.

El Kenshin gumi y los Oni, especialmente Aoshi, estaban completamente alucinados por la actitud fría, distante y extremadamente madura que había adoptado la joven reina de los despreocupados, si les hubieran dicho que era la hermana gemela de la comadreja se lo habrían creído. En cambio Saito sonreía complacido al observar a su obra de arte, sí, el había sido el artífice de toda esa actitud de loba, y es que como el cubo de hielo pasaba olímpicamente del asunto y ella era demasiado… bueno, demasiado ella misma, corría el riesgo de ser perjudicado por la falta de experiencia de la mujercita, así que ¿por qué no convertirla en lo que debía ser? Eso sí, nunca hubiese imaginado un éxito tan rotundo como ese, los tenía a todos a sus pies. Se había encariñado de ella, cosa que no confesaría ni bajo tortura.

-No entiendo porque debemos obedecer a esta mujer.

Uno de los Yamada se puso en pie desenfundando su katana dispuesto a matar a la Okashira, ella no se movió lo más mínimo, la kodachi de Aoshi, la katana de Saito y el sakabatô de Kenshin se interpusieron bloqueando el ataque, a ellas se unieron los tantô de los cuatro Oni y la inquisidora mirada del anciano.

-En mi rol de Okashira no soy ni una mujer ni un hombre, sólo soy el Okashira. Si tiene algún inconveniente le ruego que abandone este lugar por su propio pie si no, me veré obligada a echarle de aquí por la fuerza.

-Le suplico que disculpe a mi estúpido discípulo- el líder de los Yamada apoyó su frente en el suelo en una gran reverencia- no sabe lo que está haciendo. Yashiro discúlpate de inmediato con la Okashira.

-Ya es tarde para disculparse- interrumpió Saito con su típico tono socarrón- Cho, ya sabes lo que tienes que hacer.

El cabeza escoba refunfuñó algo sin mucho sentido, atando al ninja para llevárselo a la comisaría, no tenía mucho sentido todo aquello ¿por qué defendía a la comadreja? Un nuevo misterio sobre su jefe…

Una vez Cho hubo salido con el ninja el lobo puso su mano sobre el hombro de la Okashira instándola a continuar.

-Teníamos la sospecha de que había un infiltrado entre sus filas, Shimoda-san, Yashiro-san es el miembro más reciente de su grupo, Fujita-san sospechaba de sus intenciones y estuvo investigándole en secreto, esta misma tarde antes de su comparecencia me ha hecho entrega de un informe sobre él, lo que no esperábamos es que se delatara de ese modo tan… ridículo y poco profesional.

-Okashira, me permite una pregunta- Shimoda esperó a la afirmación de la joven para continuar- si tenían sospechas ¿por qué no han puesto impedimentos para que entrara?

-Tengo plena confianza en mis hombres, ninguno de ellos permitiría que atentaran contra mi vida- sacó un diario de su kimono- aquí tengo los datos que son necesarios para el asunto que tenemos entre manos, le agradecería que lo leyera y que nos convoque cuando haya tomado su decisión. La información será ampliada si deciden colaborar ¿Alguien desea añadir algo?

Hubo un silencio sepulcral, lo había expuesto a la perfección no quedaba hueco para las dudas, ningún cabo suelto del que tirar, información directa y precisa. La Okashira se puso en pie dando permiso al resto para marcharse del lugar, Omasu acompañó a los Yamada a la salida, tras cerrarse la puerta de la sala la comadreja perdió las fuerzas, sus piernas dejaron de sostener su peso cayendo al suelo.

-¿Asustada, comadreja?

-Casi… ca-casi… ¡CASI ME CORTAN EL CUELLO POR TU CULPA PSICOPATA DE MIERDA!

-Uy, uy yo te veo enterita, niña.

-Podría haberle pasado algo- la mano de Aoshi sujetó con fuerza la muñeca del lobo- eres un inconsciente.

-Pretendes que crea que no ibas a reaccionar a tiempo para salvar a tu… mocosa hiperactiva- alzó una ceja sorprendido por el dolor que empezaba a sentir- suéltame.

El ninja le ignoró apretando con más fuerza la muñeca de Saito que dejó escapar un gruñido, la joven Okashira puso su mano sobre la de su tutor llamando su atención.

-Cálmese… estoy bien. Me había advertido de que podía ocurrir algo pero ese ataque me ha pillado por sorpresa, míreme ¡estoy perfectamente!- adoptó una de sus poses triunfales tratando de relajarle- ¿lo ve? Todo bien, todo bien, podría ponerme a correr durante horas y horas sin parar si fuera necesario o a atender el restaurante o…

-Vale, vale, ya te hemos entendido, comadreja- se masajeó la dolorida muñeca- Una última cosa, vas a venirte conmigo a Otsu, tenemos una misión muy divertida.

-¿Qué tipo de misión?- la curiosidad y la alegría volvieron a sus ojos.

-Espiaremos a un par de tipejos posibles traficantes de opio, tú serás mi dulce y delicada esposa, ya sabes lo que eso supone ¿verdad?

-¿Qué voy a estar unos días fuera?

Una gotita recorrió las cabezas de todos, bendita niña inocente que no había comprendido lo que implicaba ser la esposa del lobo, en cambio Aoshi que si lo comprendía estaba que trinaba, dispuesto a borrar a ese hombre de la faz de la tierra.

-Niña tonta, significa que tendremos que aparentar ser un matrimonio lo que implica dormir, comer, pasear… y todas esas cosas juntos.

-Ah, claro…- el ninja alzó una ceja- ¿¡QUÉ!?

-Qué manía de gritar… no te pongas así, no pienso ponerte un dedo encima no eres ni por asomo mi tipo, además Tokio te mataría y torturaría.

-Ni lo sueñes, no te lo permitiré- se colocó entre Saito y Misao.

-Aoshi-sama… cálmese, por favor…

El Kenshin gumi que era testigo mudo de todo aquello sin atreverse a intervenir por si a Aoshi se le nublaba la razón de nuevo y decidía matarlos, querían que se los tragara la tierra, lo que fuera menos estar ahí.

Okina pegó un tirón de la oreja de Aoshi captando por completo su atención, masculló algo que nadie comprendió y salió de allí como alma que lleva el diablo, la comadreja quería ir tras de él pero su abuelo la detuvo acariciando su rostro. El lobo sonrió satisfecho por la reacción del ex-Okashira, cosa que detectó Kenshin avivando sus ansias de saber que estaba planeando aquel hombre.

Continuará

Vocabulario:

Furisode: es un tipo de kimono, el segundo más formal tras el kimono nupcial, las jóvenes lo usan en sus fiestas de presentación como adultas.

Obi: es la tela que se usa para atar los kimonos, las yukata y los gi.

Obi hime: es el cordón que se ata sobre el obi.

Okobo: son las sandalias que se llevan con los kimono, la suela tiene forma de cuña y son altas.

Sakabatô: la espada de filo invertido de Kenshin.

Tantô: es un arma corta parecida a un puñal, se suele llevar en el obi pero es muy fácil de esconder entre la ropa. Sustituyó al wazashi y a la kodachi en el ritual del seppuku.

Escrito el 30 de diciembre de 2008

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