sábado, 9 de mayo de 2009

RECORDÁNDOTE Capítulo 06.- Una propuesta incomoda



Rurouni Kenshin y todos sus personajes pertenecen a Nobuhiro Watsuki y Shueisha.

-Diálogos-

Pensamientos”

Capítulo 6.- Una propuesta incomoda

Los días pasaban rápidamente, el Aoiya había vuelto a abrir sus puertas y Misao tenía tanto trabajo que a penas podía pasar tiempo con él, el lado bueno era que Rin también tenía que trabajar por lo que para su alegría prácticamente no la había visto.

Poco a poco iba recordando, cosas inconexas pero ahora veía claro que era cuestión de tiempo que todo volviera a su lugar. Tenía muchas dudas y sobre ellas quería hablar con la comadreja.

Estaba sentado en la sala de meditación en su habitual posición de flor de loto enfundado en una yukata de verano, mantenía los ojos cerrados escuchando el aire mecer las hojas de los árboles y el tintineo del fûrin. Toda esa paz que sentía se vio rota por unos pasos que se acercaban hacia él.

-Aoshi, muchacho ¿Puedes llevarle esto a Misao?- Okina le extendió un sobre.

-¿Por qué no se lo llevas tu mismo?

-No tengo tiempo, me estoy encargando de las finanzas ya que tú no estás en buenas condiciones. Además, cualquiera diría que no quieres ver a mi pastelito de cereza.

-No la llames así- le arrancó el sobre de las manos- son muy molestos esos nombres que le pones.

-Nunca te habías quejado- sonrió pícaramente- o… ¿es que quieres ser tú quien la llame así?

Era verdad que nunca se había pronunciado frente a los cariñosos y cursis apelativos que usaba Okina con la chica, pero su mirada hablaba por si misma, el anciano sabía lo mucho que llegaba a molestarle. El ninja fulminó al anciano con la mirada, tras esto abandonó la estancia donde se encontraban para dirigirse a la cocina donde Misao estaba trabajando. La puerta dio paso al bullicio y a una deliciosa mezcla de los aromas del menú del restaurante. Omasu, Shiro y Okon servían las mesas a toda prisa, había lleno total y al parecer mucha gente esperando aún fuera, ninguno de los tres pusieron atención en el ex-Okashira que entraba en la cocina. Misao estaba en los fogones cocinando varios platos a la vez, mientras Kuro y Rin fregaban los platos.

-¡Aoshi-kun! ¿Has venido a verme?- Aoshi sólo miró a Rin fríamente.

-¿Tiene hambre? Ahora iba a subirle la comida- Misao dejó momentáneamente de cocinar para girarse- voy un poco tarde, le pido disculpas.

-No es eso, tienes una carta, acaba de dármela Okina- extendió el sobre para que lo cogiera.

-Tengo las manos llenas de tempura- la joven le mostró las manos- ¿Quién la envía?

-Kamiya Kaoru.

La comadreja abrió sus ojos como platos al tiempo que daba los utensilios de cocina a Kuro y se lavaba las manos.

-¿A qué me sustituyes un ratito?- le puso ojitos de cachorrito a Kuro.

-Claro, pero no tardes- Misao arrastró a Aoshi fuera de la cocina- hay mucho… trabajo… seguro que ni me ha escuchado- el grandullón suspiró con resignación.

Misao se sentó en el pequeño porche que había fuera de la cocina muy emocionada, hacía mucho tiempo que esperaba una respuesta de sus amigos de Tokyo. La Okashira vio la curiosidad en la mirada de Aoshi.

-Kaoru-chan es una buena amiga, es la esposa de Kenshin Himura, antes conocido como Battousai, es una historia muy larga, se la explicaré en otra ocasión.

El ninja se sentó a su lado y Misao se dispuso a leer en voz alta.

Querida Misao

Estamos algo preocupados por lo que nos contaste en tu última carta, espero que la situación haya mejorado.

Este año iremos sin falta para el festival de Tanabata, llegaremos el día 3 en el primer tren de la mañana, Tae, Tsubame, Sanosuke y Megumi también vendrán. Os echaremos una mano preparando las cosas. Nos lo pasaremos muy bien, ya lo verás.

Cuídate mucho, no quiero verte triste cuando lleguemos o te daré una paliza con mi shinai ¿de acuerdo?

Atentamente Kamiya Kaoru.

-¡Qué bien! Es el primer año que vendrán a celebrarlo con nosotros- su rostro se iluminó y sonrió ampliamente- qué ilusión.

-Hacía días que no te veía sonreír, tendré que darle las gracias a esa amiga cuando venga.

-¿Aaaa…?- la joven se sonrojó

-Me gusta verte sonreír- alargó su mano hacia el rostro de la chica.

-Vaya, vaya, vaya qué romántico.

La comadreja se quedó fuera de juego, ¡maldito Lobo de Mibu! mira que era inoportuno y molesto ¿cómo se le ocurría aparecer de repente sin previo aviso? Si no tuviera todas las de perder le mandaría a Tokyo de una patada en el culo.

-No me mires así, niña. Ya me he encargado de los inútiles que atrapasteis, ya sólo queda esperar- notó que el ninja le miraba molesto- Por mi no os cortéis, sigue con lo que hacías Shinomori.

-¿Te estás ablandando Saito?- el hombre alzó una ceja frente a las palabras de Misao sin comprender- Nunca habías venido personalmente a informar, siempre me has hecho ir a comisaría para molestarme.

-Mira que eres tonta, niña. Aquí hay algo muy divertido por hacer y yo tengo mucho tiempo libre- sonrió sarcásticamente.

Kuro se asomó a la puerta, la comadreja estaba tardando demasiado, sólo tenía que leer una carta y ellos tenían muchísimo trabajo.

-¡Misao! Ups… perdón Saito-san no sabía que estaba aquí.

-Vete a trabajar, comadreja, tengo asuntos que tratar con Shinomori.

A regañadientes Misao volvió a sus quehaceres dejando a ambos hombres a solas. Un silencio incomodo se había formado entre ellos.

-¿Qué sabes de mi?- preguntó Aoshi.

-¿Cómo dices?

-El otro día… lo que dijiste sobre Misao y yo…

-¿Qué? ¿No te gusta la idea, cubo de hielo?- sonreía sarcástico.

-No era verdad ¿me equivoco?

-Tu sabrás, es tu vida no la mía. Me es indiferente con quien vas o dejas de ir.

-El día que nos atacaron, apareció una mujer que dice ser mi prometida.

-Oye, oye ¿a mi qué me cuentas?- una pequeña nota de incomodidad apareció en la voz del policía.

-Eres policía, quiero pedirte que la investigues.

-¿Y que es lo que yo gano con esto?

El ninja se quedó mudo, no sabía que contestar a semejante pregunta. Lo único que buscaba ese hombre era conseguir algo a cambio, le daba igual todo, que hombre más egoísta.

-Bien, cubo de hielo, vas a hacer lo siguiente- le miró desafiante- mañana a primera hora irás al mercado y buscarás una pequeña tienda de antigüedades que hay en un callejón al norte de aquí, comprarás lo que Ikagura Miwako-san te ofrezca, será un paquete envuelto que no podrás abrir bajo ningún concepto, después de eso, volverás aquí- hizo un pausa para encender un cigarrillo- Una vez de vuelta a tu casa esperarás a mi enviado y cumplirás a rajatabla las instrucciones que traerá.

Aoshi le asesinaba con la mirada ¿qué se creía ese tipo? ¡Ni qué fuera su mascota! ¡Argh! Qué rabia que le daba ese maldito hombre con tantas ínfulas.

-No me mires así, si haces lo que te pido sacaré todos los trapos sucios que quieras de esa mujer.

-Me lo pensaré…

-Así me gusta.- le miró con superioridad- Si quieres que la chica caiga rendida a tus pies- cosa que él sabía que hacía tiempo que había ocurrido- regálale algo que le pueda gustar, unos cuchillos o algo con lo que le gustara torturarme. No, no, mejor aún regálale un bonito kimono- sonrió divertido pues conocía la opinión de la comadreja sobre ese tipo de vestimenta- uno bien espectacular, muy femenino, el más femenino que encuentres, ese sería un regalo excelente.

Observó al Lobo marcharse, de acuerdo, era un hombre odioso, pero la idea de regalarle un kimono a la jovencita sonaba muy bien, a las mujeres les gustaba estar guapas ¿no? Así que era una apuesta segura. Aunque pensándolo mejor… con el calor que hacía era mejor comprar algo más fresco, un bonita yukata veraniega y algunos complementos para ese festival al que iban a ir.

Aoshi tenía mucho tiempo libre y nadie con quien gastarlo, así que estaba bastante aburrido, podía meditar, cosa que le gustaba, pero no le apetecía demasiado volver a la sala de meditación. Bueno, lo mejor sería buscar esa tienda de la que había hablado el policía, si al final se decidía a entrar en su juego retorcido no tenía ganas de pasarse media mañana buscando una estupida tienda perdida en el distrito comercial. El joven suspiró resignado, no podía pedirle a los Oni que investigaran a Rin ya que era una de ellos, en cambio ese policía no guardaba relación con ellos y estaba dispuesto a investigarla o al menos, eso era lo que él decía.

Se levantó del porche y entró de nuevo en la cocina, los tres ninjas continuaban con sus tareas, ahora Kuro ayudaba a Misao preparando los platos, la pobre chica no daba abasto con los pedidos, pero a pesar de todo se la veía feliz trabajando.

-Misao- la joven se giró a verle- voy a salir un rato.

-No sabía que hubiera que pedirle permiso para salir- se entrometió Rin para el desagrado de los allí presentes.

-Rin-san ¿por qué dice eso?- preguntó Kuro desconcertado, esa mujer se comportaba de una manera extraña como si quisiera desacreditar a la Okashira- no creo que…

-No creo que tarde más de una hora, estaré en el distrito comercial.

-Páseselo bien Aoshi-sama, si le ocurriera algo recuerde que puede ir a casa de Oshige-san, ella nos mandaría un aviso.

-Misao, no soy un niño, deja de preocuparte.

-Lo… lo siento- se ruborizó.

La comadreja volvió a su trabajo ya no estaba alegre, ahora se le notaba incomoda, seguramente debido al desafortunado comentario de la mujer, pero de eso se encargaría más tarde. El restaurante aún estaba lleno así que salió por la puerta trasera.

En la calle el sol brillaba con fuerza dándole una nueva dimensión a todo, la gente caminaba calmada disfrutando del buen tiempo, los niños jugaban y reían. El apuesto ninja paseaba tranquilamente tratando de esquivar los corrillos de jovencitas que le miraban bastante descaradas. El mercado estaba abarrotado y él empezaba a arrepentirse de haber ido, caminaba entre los puestos de comida, su olfato se veía inundado de todos aquellos olores y el ajetreo de la gente le incomodaba. Poco a poco se dirigió a los callejones de la zona norte como Saito le había indicado, esa parte del mercado era bastante sombría, un lugar ideal para tender una emboscada al enemigo, desechó rápidamente la idea de la emboscada, no tenía ni idea de por que había pensado en algo así y prefería no saberlo.

Se adentró en el primero de los callejones, el más ancho, había un par de almacenes, una pequeña armería y una tetería algo extraña pero parecía acogedora. El segundo de los callejones era muy estrecho y los tres locales que había estaban deshabitados, se aventuró al siguiente allí había una licorería y ¡Sí! Allí estaba la dichosa tienda con un enorme letrero pintado con letras rojas “Antigüedades Ikagura”, la curiosidad le hizo entrar, parecía más un asentamiento para los yakuza que una tienda.

Era un lugar algo lúgubre pero eso no le incomodaba, en el mostrador había una anciana que bien podía ser la hermana de Datsue-ba, una mujer escalofriante. La anciana le miraba fijamente analizando cada movimiento que hacía.

-¿Puedo ayudarle, joven?- no sólo su aspecto era escalofriante, su voz también lo era.

-Gracias, sólo estoy echando un vistazo.

-No encontrará el paquete que debo entregarle mañana, Shinomori-san.

El gran Aoshi Shinomori considerado un genio, magnifico Okashira, admirado por sus compañeros y temido por sus enemigos se moría de ganas de huir de una ancianita indefensa, triste pero cierto, aunque para su suerte tantos años de entrenamiento evitaban que ese sentimiento se reflejara en su rostro.

-No he venido para eso- sobre el mostrador había un pequeño escaparate con adornos para el pelo- ¿puede enseñármelos?

-Esto no funciona así joven, mis productos son especiales- la anciana abrió la tapa del escaparate- cierre los ojos y deje que su corazón sea el que elija, la vista nos hace perder perspectiva.

El joven asintió a la vez que cerraba los ojos, la anciana guió su mano hacía el escaparate y esperó a que su corazón hablara. Los dedos de Aoshi pasearon entre los adornos hasta que se detuvo, cogió entre sus manos el adorno, entonces abrió los ojos, se sorprendió al ver lo que había elegido, mientras ojeaba todos aquellos ornamentos no había visto esa pieza, era una hermosa orquilla hecha de madera de cerezo tallada a mano con incrustaciones de gemas verdes y azules cuyo brillo resaltaba. Era ideal para Misao.

-Excelente elección, Shinomori-san, es ideal para una mujer especial- la mujer sacó un cofre de madera y lo abrió- esta pieza va acompañada de este cofrecito y todo su contenido- Aoshi sacó el monedero para pagarle- Guárdelo, no puedo cobrárselo, esa pieza lleva aquí desde que abrí esta tienda hace más de 35 años, parece que le esperaba a usted.

-… Domo.

Con su improvisada “compra” Aoshi emprendió el camino de regreso al Aoiya, el ajetreo del mercado había aumentado, los comerciantes negociaban con las clientas que trataban de conseguir una rebaja por sus compras sin mucho éxito.

FLASH BACK

Una mujer joven, un muchacho y una niña de a penas dos años se encargaban de realizar las compras del día para el restaurante, la pequeña iba cogida de la mano del chico mientras canturreaba algo completamente incomprensible.

-Aoshi-chan, Misao-chan os voy a enseñar un truco que nuuuuuuuuuunca falla.

-Ayame-san, no me llame así

-“¡Ochi-cha, Ochi-cha!” Jajaja.

El chico suspiró, no sólo le había tocado ir a comprar, cosa que odiaba, si no que ahora hasta la pequeña Misao le llamaba Aoshi-chan, definitivamente ese no era su día.

-Buenos días Inoue-san, venimos a buscar el pedido- la mujer mostró la mejor de sus sonrisas.

-Buenos días Ayame-chan, que bien acompañada vienes hoy- el hombre rebuscó entre los diversos paquetes que había a su lado- aquí tienes, serán un shu y dos mon.

-¿Qué? ¿Tanto? ¿No puede hacernos una rebajita?- miró al hombre suplicante- somos clientes habituales.

-Lo siento, Ayame-chan…

La mujer se agacho para hablar con los chicos en voz muy bajita.

-Seguidme el juego.

Misao asintió muy seria y Aoshi se llevó la mano a la cabeza, a saber en que consistía ese truco que nunca fallaba…

-Hágame una rebajita o si no lloraré- se llevó las manos a los ojos.

-“Ebaja o lloaé”- la pequeña imitó a la mujer.

-…- se negaba a repetir semejante estupidez.

-No, eso no, no soporto ver a dos lindas señoritas llorar, está bien, dejémoslo en un shu ¿de acuerdo?- dijo el hombre conmovido.

-¡Qué bien! Muchas gracias Inoue-san, es usted un amor- la mujer sonrió ampliamente.

-¡Bien! “Grachias Noue-shan, mor”.- la pequeña sonrió contenta.

Por Kami ¿cómo era posible que semejante plan absurdo hubiera funcionado? Ambas estaban encantadas por haberse salido con la suya.

-Nos hemos ahorrado dos mon… ¡vamos a comprar bollitos de crema!

-Ayame-san, tenemos que volver ya.

Las dos se giraron a mirarle con los ojitos brillantes haciendo pucheros, esas dos eran idénticas. El chico suspiró, con él también hacían lo que les venía en gana, pero eso era algo que a él no le molestaba.

FIN DEL FLASH BACK

-Ayame-san… ¿Quién es?

-Aoshi-san, pensaba que estaría en el templo- Omasu iba cargada de paquetes- hemos agotado las existencias, nos hemos quedado sin nada para servir de cena.

El ninja cogió algunos de los paquetes que cargaba la kunoichi y echaron a andar de vuelta a casa.

-¿Puedo preguntarle algo, Omasu-san?- la mujer asintió- ¿Por qué mandaron a su hermana a Nagasaki?

-Me explicó que había habido un incidente y que los nuestros estaban en desventaja por lo que Makimachi-sama la envió a modo de refuerzo, por aquel entonces yo sólo tenía diez años y estaba más pendiente de entrenar y perseguir a Misao-chan para que no se metiera en problemas, que de las misiones que les encargaban. De hecho hasta que no regresaron del Castillo de Edo no supe que la habían enviado a Nagasaki.

-Comprendo. ¿Makimachi-sama era el padre de Misao?

-No, no, era su abuelo, fue nuestro Okashira, cuando murió usted se convirtió en su sucesor. Los padres de Misao fueron asesinados cuando ella tenía unos cuatro años, nunca hemos sabido como consiguió escapar de allí, afortunadamente usted y sus compañeros la encontraron en el bosque.

-La lluvia incesante…- se llevó la mano a la sien.

-¿Cómo dice?

-Lo primero que recordé, poco después de despertar, un bosque, la lluvia, cuatro hombres y una niña.

-La recordó a ella…-la chica sonrió complacida, parecía que los delirios de Okina tenían una base- su relación siempre ha sido muy fuerte, en cierto modo cuidan el uno del otro.

Omasu hablaba cómodamente con Aoshi por primera vez en su vida, ese hombre siempre frío y distante que aparentaba ser indiferente frente a todo, siempre le había inquietado, era como si estuviera por encima de todo. Nunca había entendido como podía quererle tantísimo la pequeña Okashira, quizás ese era el Aoshi Shinomori que sólo Misao conocía.

El anciano barría la entrada cuando vio llegar a ambos ninjas cargados de paquetes, entró a avisar a Shiro y Kuro para que les ayudaran. Entre los cinco recogieron rápidamente la compra, tras lo cual, Aoshi se dirigió a su habitación para guardar el regalo de Misao, abrió su armario, sacó una caja del estante más alto para dejarla sobre el escritorio y en su lugar guardó su nueva adquisición lejos de las manos de los curiosos, concretamente de las de Okina que había tratado de abrir el cofre varias veces.

Entre tanto Misao aprovechó que no tenía turno esa noche para pasear un poco por la ciudad, desde el accidente de Aoshi que no había sacado ni un solo minuto para ella y cómo él había dejado de ir al templo pues ya no podía pasear hasta llegar allí. Pasó por algunas tiendas en busca de un buen regalo para el ex-Okashira, ya que, en dos días era su cumpleaños. Tras realizar su compra continuó con su relajante paseo dirigiéndose a las afueras de Kyoto, se detuvo en una pequeña tetería para picar algo. Allí pasó el resto de la tarde charlando con una ancianita que se había sentado a su lado y disfrutando de un poco de libertad y tranquilidad.

La noche empezaba a caer y en el Aoiya el ajetreo daba comienzo, varias horas más tarde la jornada llegaba a su fin, mientras recogían Misao volvía de su paseo para irse directa dormir, estaba cansada. Pocos minutos después todos siguieron los pasos de la Okashira yéndose a descansar esperando el nuevo día.

El sol se mostró puntual como siempre haciendo despertar al ninja, no podía creer que al final fuera a cumplir con ese encargo. Recogió sus cosas para darse un buen baño de agua MUY fría, había tenido un sueño subidito de tono que prefería no recordar, todo por culpa de imaginar a cierta jovencita con cierto tipo de vestimenta. Y ahí estaba el joven, de buena mañana sumergido en una tina llena de agua helada que le hizo despertar de golpe. Tras varios minutos de tortura helada se secó y vistió para ir a la cocina a desayunar alguna cosa. Hizo un poco de té y cogió algo de pan y unos dango que habían sobrado del día anterior.

Minutos antes de que las tiendas empezasen a abrir al público el joven ninja inició su caminar por el distrito comercial, ese iba a ser un día muy largo, pero tenía la esperanza de que ocurriera algo interesante. Sus pasos le llevaron al punto acordado, la anciana estaba barriendo la entrada y al verle aparecer entró apresuradamente indicándole que la siguiera.

-Buenos días- saludo Aoshi al tiempo que entraba.

-Le estaba esperando joven, es muy puntual- sacó un paquete- aquí tiene, cuidado no lo rompa.

La anciana le entregó un paquete envuelto en un bello paño de seda blanca estampada con unas garzas jugando entre pétalos de cerezo, una cinta roja evitaba que la tela resbalara. Era extraño ver un paquete envuelto de esa manera, habitualmente se utilizaba papel o telas que solían ser de baja calidad y siempre en colores lisos, debía ser algo muy especial.

-Antes de que se marche, quiero que le entregue esto a Nenji-kun- le hizo entrega de un sobre.

Aoshi asintió. Abandonó la tienda. ¿Nenji-kun? Nunca hubiese imaginado escuchar a alguien nombrar “-kun” al anciano, debían ser muy amigos o… mejor no pensar en eso. Si la anciana era Datsue-ba Okina debía ser Keneô esperaba que sus pecados no fueran juzgados por esos dos.

Sin prisas fue paseando nuevamente hacia el Aoiya, era un día perfecto para pasear un sol radiante acompañado de una agradable brisa. De camino entró en una pastelería y compró algunos bollitos de crema, según había recordado a la chica le gustaban, para agradecerle sus cuidados.

Al llegar a casa estaban todos levantados desayunando, todas las miradas se clavaron en él y en los paquetes que cargaba.

-Buenos días muchacho, si que has madrugado.

-Tenía algo que hacer- dio la carta al anciano- Ikagura-san me ha pedido que le entregue esto.

-¿Te ha salido una novia?

La pregunta de Okina hizo que Misao se atragantase con la sopa provocando las bromas de Kuro y Shiro sobre el asunto.

-Saito-san me pidió que fuera a buscar algo allí- dirigió su mirada a la más joven- estaré en mi cuarto.

Se marchó a su cuarto con la idea de descansar un rato, antes de saber que era eso que tendría que hacer. La pregunta del viejo le había incomodado y el que la chica se atragantara le había extrañado, podía ser que le ocultara algo o que sintiese algo por él, seguro que le estaba dando demasiadas vueltas a algo tan banal.

Cuando acabó su desayuno la comadreja subió a llevarle un té, de hecho, el té no era más que una excusa para poder pasar un rato a su lado y ver si podía descubrir algo sobre ese misterioso encargo del Lobo de Mibu. Llamó a la puerta, el ninja abrió dejándola pasar al interior de la estancia.

-Le traigo un poco de té- se sentó en el suelo colocando los utensilios para el té.

-Gracias- tomó asiento frente a la chica- ¿te importa si te hago algunas preguntas?

-No, claro que no, pregúnteme lo que quiera, si tengo una respuesta se la daré encantada.

-He recordado a una mujer- el chasen casi sale volando de las manos de Misao- ¿estás bien?

-¿Eh? Jajajaja sí, estoy algo torpe hoy, continúe, continúe- sonreía nerviosa.

-…- observó los movimientos algo nerviosos que realizaba la chica- Su nombre es Ayame-san- la chica alzó la vista sorprendida- creo que era una persona cercana a mi.

-Era mi madre, a penas la recuerdo por que murió cuando yo era muy pequeña, pero sé lo que me ha explicado Jiya. Ella pertenecía a una familia rica, pero huyó de su prometido, el motivo no lo conozco, mi abuelo la reclutó. Se conocieron con motivo de la boda de una amiga de la infancia de mi madre, usted formaba parte de su escolta, por el camino cayeron en una emboscada, todos murieron, y usted solo consiguió llevarla a su destino sin un arañazo. Desde ese momento se hicieron inseparables.

-Comprendo. También he recordado a cuatro hombres, uno muy bajo, otro enmascarado, otro cubierto de cicatrices y el último muy corpulento.

-Eran sus compañeros, Beshimi, Hannya, Shikijo y Hyottoko. Juntos se marcharon del Aoiya.

-¿Dónde están ahora?

-…- le ofreció el té a Aoshi- Ellos murieron…

El ninja se levantó dejando el bol de té en el suelo, recogió la caja de dulces de su escritorio y se los ofreció a la chica.

-Son para ti.

-¡Bollitos de crema! ¡Oh Kami! ¡Son mis favoritos! ¡Muchas gracias!

La kunoichi le abrazó efusivamente y besó su mejilla, cuando notó que iba a separarse de él la abrazó con fuerza dejándola sorprendida, al principio dudó pero al final le correspondió con la misma intensidad.

Alguien llamó a la puerta, haciendo que los jóvenes le maldijeran interiormente mientras rompían el abrazo.

-Adelante- respondió Aoshi secamente.

El shoji se abrió dando paso a Omasu.

-Disculpe, Chô-san está aquí, dice que viene a entregarle algo.

-Que pase- no sabía quien era, pero suponía que sería el hombre del que le había hablado Saito.

-Ey Shinomori- vio que Misao también estaba allí- ¡Hombre comadreja! Cuanto tiempo- la gélida mirada ninja se clavó en él- Saito me ha encargado traerte esto. Que te sea leve la tortura de mi jefe.

-¡Chô! Espera un momento, quiero que le des algo a Saito- la ninja salió corriendo del cuarto de Aoshi.

-¿Es verdad lo que he oído por ahí? ¿Tienes amnesia?

No tenía la más minima intención de contestarle y por suerte para él Misao había vuelto muy deprisa. Así que empezó a leer la nota que le había entregado el hombre.

-Dile que es el informe oficial que ya le daré personalmente el resto de detalles y que como se le ocurra quejarse tendrá que hablar con mis kunai.

-Sí, sí, sí, me largo ya, que tengo mucho por hacer. Sayounara parejita.

Aoshi no podía creer lo que estaba leyendo y dejó caer el papel que llegó a los pies de Misao, la chica se agachó para recogerlo pero él fue más rápido, no podía dejar que leyera semejante nota.

Continuará

Notas de la autora

Sobre el precio de la compra no es si es muy caro o muy barato, la verdad es que no conozco el valor exacto de la moneda de aquella época, así que os pido perdón si he puesto alguna burrada..

VOCABULARIO

Chasen: es esa especie de brocha que se usa en la ceremonia del té para remover el matcha.

Dango: Es un dulce hecho a base de harina de arroz. Se sirven en una brocheta con 3 o 4 dango cada una, se suele servir con el té verde.

Datsue-ba: según la mitología japonesa es una anciana que se sentaba en la orilla del río Sanzu en el Reino de los Narakas, el infierno budista. Se encarga de desgarrar las almas pecadoras.

Domo: gracias

Fûrin: es la campanita que cuelgan los japoneses en las ventanas en verano, su tintineo es sumamente relajante.

Keneô: es el compañero de Datsue-ba, él despoja de sus ropas a los condenados para tenderla y comprobar el peso de sus pecados.

Shu y mon: son monedas de curso legal antes de la era Meiji.

Yakuza: es la mafia japonesa, sus orígenes datan del siglo XVII

Escrito el 7 de diciembre de 2008

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